#32: Cuidado, hay un extraño
De niños, nuestros padres siempre nos dicen que no hablemos con extraños ni aceptemos caramelos de desconocidos, pero es más fácil decirlo que hacerlo. Por desgracia, los niños suelen ser ingenuos y confiados, y se dejan engañar fácilmente por los extraños. Esta chica recuerda haber tenido un fuerte presentimiento de que algo no iba bien cuando era solo una niña.
Cuando un grupo de desconocidos en el parque le ofrecieron juguetes y caramelos y trataron de engatusarla para que subiera a su furgoneta, le dio “dolor de barriga” (que hoy sabe que fue una corazonada) y sintió que algo iba mal. Por suerte, su padre estaba cerca y ella pudo gritar y correr hacia él. Un par de años después, se enteró de que otros niños no habían tenido tanta suerte…